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Historia: Tercera Parte. "Periodo de Calma"

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Mensaje por Admin Mar Mar 08, 2016 11:16 pm

Con el fin de la Gran Guerra, la inmensa mayoría de los Drows son eliminados en El Hundimiento. Unos pocos rezagados supervivientes consiguen llegar hasta la región de Tevas, en Ibitrion, y allí se instalan, lejos de los ojos de los Altos Elfos. Otro pequeño grupo superviviente acaba llegando a Theonasya, continente plagado de elfos, por lo que deciden ocultarse y vivir en cuevas.

Gracias al descubrimiento de la magia elemental, las Hadas de Los Bosques y los Altos Elfos deciden comenzar a gestar un lugar de aprendizaje de estas magias y de su perfeccionamiento, tanto de las elementales como de las curativas. Con esto se crea la Hermandad de la Magia, con dos Torres donde se estudia la magia.

Los Drows de Theonasya se enteran de la creación de estas torres y deciden, ellos mismos, informar de esto a sus hermanos de Ibitrion. Con la llegada de esta noticia, los Drows deciden que no van a ser menos y comienzan a crear ellos su propias Torres Mágicas, en las que enseñarán las Artes Oscuras, de manipulación y extorsión, así como Nigromancia, en pos de conseguir crear un ejército capaz de derrotar a los Altos Elfos. Las Hadas de las Cuevas deciden ayudar a los Drows y unirse con ellos.

Las Hadas de las Cuevas, aliadas de los Drows, también terminan habitando en cuevas, junto a los Drows, pues son rechazadas por las Hadas de los Bosques, que se aliaron en la Gran Guerra con los Altos Elfos. Otras de ellas simplemente viven independientes de los Drows, pero escondidas también por la misma razón.

En cuanto a los Enanos, tras la Gran Guerra, algunos de ellos, tanto de las facciones de los Dorados como los Enanos Escudo deciden migrar al oeste, puesto que aborrecen todos los acontecimientos y atrocidades sucedidos durante la Gran Guerra. Con esta migración llegan al continente de Arcar, deshabitado hasta ese momento, y deciden habitar en la región de Castatya, característica por sus montañas, por lo que deciden crear la sociedad de los Enanos de Montaña.

Pocos meses después de la llegada de los Drows a Tevas, una nueva raza extraña aparece allí. Dicen ser también Drows y venir de Zenarkion, hundida en las profundidades debido a la magia elemental del final de la Gran Guerra. En realidad son Drows transformados en otros seres debido a las intensas radiaciones del choque de la magia arcana contra la elemental, ocurrido durante El Hundimiento. Los Drows de Tevas no les creen y por tantos los rechazan, y los empiezan a denominar Orcos por su fea apariencia. Éstos, asustados y en busca de paz, deciden buscar otros territorios en los que habitar pacíficamente, sin salir de Ibitrion. Sin embargo, los Draconianos, habitantes de este continente desde antaño, no les permiten la entrada, por lo que acaban migrando hacia el sur, a las islas de Myranaia, estableciendo allí su reino, en las montañas, y pasando a autodenominarse Orcos de las Montañas.

Dos años después del término de la Gran Guerra, una nueva raza llega a Utyrion. Durante la defensa en El Hundimiento se origina una brecha espacial debido a la gran cantidad de magia arcana utilizada. Esta brecha crea un portal en Olova, continente desconocido en Utyrion, y a través de este portal, desde lejanas tierras, llegan los humanos, nuevamente. Al llegar a Olova, territorio deshabitado, lo conquistaron y formaron sus nuevas vidas en él. Tardaron cuarenta años en conquistar todo el continente, y entonces decidieron comenzar a fortalecerse para explorar y conquistar nuevas zonas. Dos años después, mandaron expediciones en barco desde los cuatro puntos cardinales de Olova.

Desde Lorsxul, capital de Sarycea, parten dos barcos hacia el norte, que llegarán hasta el sur de Theonasya, concretamente a Arcaia. Allí se encuentran que durante la exploración se adentran en el bosque y las hadas los encuentran y los espían. Los humanos, que piensan que están en una zona deshabitada, pronto son sorprendidos por un grupo de hadas que tratan de echarlos de allí. Los humanos deciden dejar los bosques en busca de otros territorios, pero algunas hadas acuden en su búsqueda para aumentar sus propios conocimientos medicinales. De esta forma nacen las hadas renegadas, aquellas que buscan expandir conocimientos y no se cierran a relacionarse con otras razas.

Desde Ilddan, ciudad portuaria de Olmova, parten otros dos barcos hacia el oeste, y al poco tiempo llegan a Arcar, continente donde fueron a habitar una facción de los enanos tras la Gran Guerra, los Enanos de Montaña. Los humanos primero llegan a Ara, y poco a poco van expandiéndose por Arcar, pasando por Saronum hasta llegar con el tiempo a Castatya. Allí, en las minas se encuentran por fin con otra raza, los Enanos de Montaña, los cuales no quieren que los humanos invadan sus territorios y roben sus minerales. Por lo tanto, para el bien de todos, deciden realizar varios tratados mercantiles. Los humanos se quedan con las zonas deshabitadas de Arcar (Ara, Saronum y Utona) y establecen allí sus hogares, mientras que los Enanos continuan habitando donde siempre, y entre ambos tienen pactos mercantiles para nutrirse unos de otros.

Desde Earie, ciudad portuaria de Noranum, se montan dos expediciones, una hacia el sur y otra hacia el este. Los dos barcos que van hacia el sur terminan llegando a Theonanar. Tras explorar esta región, se encuentran con la antigua raza de los Enanos Dorados, los cuales al principio desconfían de ellos. Entonces, deciden pedir consejo en una reunión con los Altos Elfos, con los que están “aliados” desde la Gran Guerra. Tras varios días de deliberación, deciden aceptar a esa nueva raza en sus territorios creando el Tratado de Nuevas Razas, en el que se estipula que la nueva raza, los nobles humanos, deben casarse con los nobles enanos para afianzar las alianzas (y de aquí nacen los Medianos, en concreto los Fortecores). En el tratado también se estipula que los Altos Elfos enseñarán los conocimientos de la magia a los humanos a cambio de recibir grupos de humanos que serán esclavos, con la cláusula de que los humanos no pueden crear sus propias torres de magia, ya que estas sólo pertenecen a los elfos.

Por último, la otra expedición que sale desde Earie, dirigida al este, llega hasta Tevas, región habitada por Drows. Durante la exploración del territorio, parte de los humanos se encuentran con los Drows, los cuales al encontrarse con una nueva raza deciden invitarla a su hogar, para firmar tratados de paz entre ambas razas y poder convivir. Los humanos aceptan de buena gana y acuden a las cuevas de los Drows, donde son capturados a traición por estos, exceptuando un pequeño grupo que intenta escabullirse pero al que terminan exterminando, menos uno, el Gran Héroe Alejandro. Este vuelve con el resto de su expedición y les avisa de la trampa que les han preparado los Drows. En ese momento deciden continuar su exploración hacia el norte, pasando de largo de Euphopon y sus montañas, y llegando hasta Judanor. En sus caminos hacia el norte se encuentran con varios dragones, pues están en el continente en el que antaño habitaban estos, y en Judanor un dragón está a punto de exterminar a lo que queda de la expedición de los humanos hasta que un grupo de Nerodraconis cazadores de dragones aparecen y los salvan. Los Nerodraconis ven en los humanos bastantes similitudes con ellos. Los humanos, asustados, no quieren ser exterminados por los Nerodraconis, por lo que les proponen un tratado: los humanos pagan un tributo en oro y a cambio los Nerodraconis les defienden en esas tierras y les dejan establecerse allí.

Pasadas las cuatro expediciones humanas, comienzan a haber cambios en todo el mundo. Con la llegada de los humanos, toda Utyrion comienza, lentamente, a sufrir cambios.

En Theonasya, los humanos firmaron el Tratado de Nuevas Razas con Elfos y Enanos, y con el tiempo nacieron los Medianos, una mezcla entre Enanos y Humanos. Los Fortecores, que son la rama noble de los Medianos, se establecen en sus inicios tanto en Theonasya como en Ólova hasta que, henchidos de ego, comienzan a creerse superiores que los Enanos y los Humanos y hacen un tratado con estos para poder tener sus propios territorios. Como opciones, se les ofrecen los territorios de Saratar y Utona, por lo que terminan migrando allí y allí es donde habitan la gran mayoría desde entonces.

En la región de los draconianos, y gracias a un tratado de paz, conviven humanos y draconianos. Los primeros les aportan oro y materiales a los segundos y estos, a su vez, protegen a los primeros. No tienen permitido procrear ni mezclar los genes entre ambas razas. Sin embargo, con el paso del tiempo algunos humanos y draconianos terminan juntándose y creando una nueva subraza, los Draconianos Emberi, con gran aspecto humano y parte de la fuerza de los draconianos. Sin embargo, estos son rechazados por el resto de razas y, si son descubiertos, generalmente suelen ser perseguidos hasta la muerte.

Por último, antes de la última guerra que marcaría el nacimiento de una nueva raza, los Drows comenzaron a experimentar con los humanos que capturaron en busca de generar un nuevo arma militar para poder así reconquistar las zonas perdidas contra los Altos Elfos durante la Gran Guerra, recuperar territorios perdidos y demostrar así su mayor poder.

Pasaron un par de décadas de experimentación con humanos, en la que probaron todas sus argucias para poder conseguir algo que derrotara por fin a los Altos Elfos. Utilizaron sus amplios conocimientos de alquimia y magia, perfeccionaron al máximo sus armas y, tras varios intentos, crearon un arma de guerra poderosa y difícil de eliminar, una nueva especie híbrida entre lobos y humanos, con toda la fuerza y rapidez de los lobos y mayor tamaño, además de la capacidad de moverse a dos patas. Además, poseían una mayor inteligencia que los lobos pero no tanta como los humanos, pudiendo así los Drows controlar a estas bestias con su control animal. Deciden bautizar a esta nueva especie como Licántropos, hombres lobo.

Con la creación de esta nueva arma de guerra, los Drows se veían ya preparados para iniciar de nuevo una guerra contra los Altos Elfos, con además mayor capacidad ofensiva y con el factor sorpresa, puesto que los Altos Elfos jamás se imaginaban lo que les venía encima.
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